Feria de Lota

Para parar la olla al ir de compras, las mujeres de los mineros se dirigen a Lota Bajo en micro o descienden caminando por los senderos casi verticales del cerro, portando canastas y redes, con una tenacidad de hormiga.
En la feria, espera el marisco, el pescado, los productos de chacarería, las frutas, y un bullicio que confunde la oferta con la demanda. Aquí está la vertiente desde la cual manan graciosas expresiones.
Un niño tamborilea una tabla con frases aconsonantadas que sirven para avivar, para azuzar la cueca:
Tiqui-tiqui-ti
no me la cortís
porque me hace falta
para hacer pipí
Luego sigue con otras que hacen referencia a la toponimia regional:
¡Voy a ella!
¡Voy a él!
Villa Mora,
Coronel.
Voy a él.
Voy a ella.
Chiguayante.
La Leonera.
Luego recorre el sector y, sin hablar, le llueven las monedas por sus diabluras.
Una muchachita grita: ¡Alma negra!... ¡Alma negra...! Es la vendedora de maqui, que así lo ofrece, seguramente porque el fruto tiñe. Se expende en una medida que la conforma una taza, porción que el cliente recibe en un cucurucho de papel. La vendedora, siempre tiene la boca negra y su pregón es: ¡Alma negra...!
Oreste Plath "Folclor del carbón"


