Don Eduardo Urzúa Carrasco, de 71 años, es un experimentado zapatero de la población René Schneider, en el sector oriente de Rancagua. Con más de cinco décadas dedicadas al oficio, comenzó como ayudante en 1968 y luego trabajó en reconocidas reparadoras como Alcázar y Zamorano. En 1981 se independizó, y desde entonces desarrolla su labor artesanal con pasión en su propio taller, ubicado junto a su hogar en calle Ignacio La Carrera.
Casado con Elena Maturana y rodeado de una gran familia —5 hijos, 12 nietos y 5 bisnietos—, Don Eduardo representa un valioso legado de conocimiento y técnica tradicional. Su trabajo, hecho con herramientas como la pata de fierro, la cera y el cuchillo, preserva una herencia cultural que lentamente desaparece, y que resulta esencial para inspirar y enriquecer a las futuras generaciones.